Leonel Sagahón
Agradezco la oportunidad de hablar de la participación de Botánica de los deseos en Jardín de Academus. Lamento mucho no participar en persona en esta conversación, pero también expreso mi gratitud a la gentil Claudia Gutiérrez que amablemente aceptó leer lo siguiente:
La evaluación que hacemos de Botánica de los deseos es, hasta el momento, positiva, pues consideramos que propuso respuestas interesantes a las preguntas que José Miguel planteó en un principio sobre la representación, la identidad, la experiencia, la distribución, la visibilidad, el acceso y los públicos. También pensamos que logró generar un espacio nítido en lo que el mismo José Miguel propuso en un inicio como las dislocaciones entre lo didáctico y lo estético, el autor y el público, lo visible y lo invisible, el objeto y el sujeto, el museo y la escuela, el maestro y el alumno, la universidad y la sociedad, lo local y lo global, la subjetividad y la intersubjetividad, la representación y la presentación. Sin embargo, la mejor evaluación corresponderá a ustedes y, por lo limitado del tiempo, ahora sólo nos referiremos a algunas implicaciones de la relocalización en el MUAC de nuestra práctica artística.
Nosotros trabajamos en el Plantel San Lorenzo Tezonco de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) porque estamos comprometidos con la comunidad a la que pertenecemos y pensamos que así contribuimos al proyecto de educación pública que encabeza la UACM. No nos dedicamos al arte para después buscar dónde hacerlo, acudimos al arte como medio para dirigirnos a nuestro plantel, desde nuestro plantel y en nuestro plantel. Los resultados aun siendo locales, nos dan toda la legitimidad que necesitamos, esto por haber funcionado y no por ser artísticos.
Al trasladar esta práctica al MUAC, cambió el contexto y por ello el sentido de la pieza, sin embrago, más que estar en un museo, quisimos explotar el hecho de que seguíamos en la universidad, no nuestra universidad, sino la universidad de todos, la UNAM. Los resultados de la pieza que pregunta “¿qué esperas de la universidad y de los universitarios?” allí quedan y ustedes dirán, pero, el cuestionamiento se dirige igual al MUAC. ¿Qué esperamos de este museo? y sobre todo ¿qué espera el MUAC de sí mismo?
A pesar de que fuimos sumamente respetuosos de los reglamentos y nos “portamos bien”, en todo momento fue evidente la incomodidad que provocamos en el museo, la irritación por lo inusual de nuestro trabajo les llevó a ser francamente hostiles. Sabemos que al ingresar al MUAC obteníamos una legitimidad y un estatus en el mundo del arte que no teníamos, pero no pensamos que el museo se sentiría con derecho a cobrarnos caro ese bautizo. Nunca fuimos una amenaza para la seguridad o integridad de nada, mas nos da mucho gusto haber puesto en evidencia su estatus confortable.
No hay nada que obligue a un museo a dar la bienvenida a todo mundo si piensan que su vocación es construir legitimidades; sin embargo, a juzgar por las respuestas recabadas en la libreta de Botánica de los deseos, creemos que nuestra universidad nacional se piensa a sí misma con un museo que entiende que la masificación de visitantes en torno a exposiciones no es lo mismo que pluralidad y democratización cultural.
En este momento queremos entregar al MUAC una copia de la libreta de la pieza, la cual quizás ayude al museo a reflexionar en su vocación.