Idaid Rodríguez

Cuando observamos las largas colas frente a los museos en las grandes ciudades nos lleva a preguntar ¿Cuál es la función de estos lugares tan valorados en la época del turismo y de la globalización? Como afirma José Jiménez “Los museos son hoy uno de los instrumentos institucionales y simbólicos más poderosos para vertebrar una nación, para articular sus ideales. Son una de las vías más potentes  para fijar la identidad colectiva en los escenarios urbanos en los que se desarrolla la vida contemporánea”[1].

Por lo tanto dichos lugares son de gran importancia, sobre todo para los grupos hegemónicos ya que son pieza clave de la vida urbana. Sin embargo los grandes museos como instituciones culturales se ven subordinados a los  procesos de la globalización, que han permeado una nueva forma de economía, la “economía de la experiencia”. En esta nueva economía, las grandes empresas transnacionales han iniciado proyectos para desarrollar “destinos de entretenimiento urbano”, fundados en guiones temáticos, un mercado agresivo, y la dependencia sobre la espectacularidad, en la cual las relaciones humanas ya no son “vividas  directamente” tal como describe Guy Debord. Ejemplo de esto es el Museo Guggenheim, de Bilbao, la primera franquicia museística internacional.

De este modo los museos como instituciones culturales tienen un gran reto al enfrentar los procesos de la globalización pero ¿cómo lograrlo?

Una posible  respuesta puede estar en ampliar  las funciones  de estas instituciones más allá de las tradicionales de almacenamiento y exhibición de sus colecciones, sin olvidar su papel central  en el proceso de la educación como difusor de conocimiento. En la actualidad los museos están dotados de diversas funciones, muchas de estas extra artísticas, donde están presentes procesos educativos no formales talleres, publicaciones, encuentro entre artista y publico, conferencias, estancias creativas, etc. Estas funciones se pueden potenciar generando nuevas relaciones de intercambio entre las personas de distintos sectores, tanto económicas como culturales, de género y de edad.

De este modo el museo se transforma en un lugar de encuentro y en un potencializador de actos culturales,  más allá,  de las  exposiciones  tradicionales  donde los visitantes son sujetos  pasivos. En esta misma línea, la relación entre público visitante y la institución tendrá que cambiar. Si una de las principales funciones del museo es difundir el conocimiento, este tendrá que tomar en cuenta la voz y las necesidades específicas de su público haciéndolo participe en el proceso.

En la Actualidad,  la mueva museología busca dar respuestas a estas necesidades. Como resultado del Seminario Regional de la UNESCO sobre la Función Educativa de los Museos, Rio de Janeiro, 1958 y la Mesa Redonda de Santiago de Chile, 1972, la nueva museología busca generar un proceso dinámico de transformación de la sociedad y de su entorno, por medio de la participación activa y creativa de las comunidades locales. En México distintos experimentos han empleado el concepto museo bajo la lógica de la nueva museología,  ejemplo de esto son los Museos Escolares de Aula (1972-1982),  Museo Casa del Barrio (1973-1976), y en la actualidad la Unión de Museos Comunitarios de Oaxaca, que  son una opción distinta al “mainstream museum”, donde las personas inventan una forma de contar sus historias y de esta manera participan definiendo su propia identidad en vez de consumir identidades impuestas.Los Museo Comunitarios comparten muchas de las funciones que desempeñan otros museos: realiza investigación, reúne y resguarda objetos y difunde el patrimonio cultural, pero también tiene características que lo distinguen de los demás. La principal de estas es que el motor del Museo Comunitario no es una  institución externa a la comunidad.  El impulso fundamental está en la misma población  quien lo  hace suyo lo conduce y resuelve sus necesidades. Muchas veces esta necesidad surge cuando una comunidad siente la amenaza de perder su patrimonio.

De este modo el museo se vuelve un punto de partida para generar múltiples iniciativas culturales dirigidas a favorecer el desarrollo de la comunidad. Se transforma en un proceso de fortalecimiento de la identidad y la cultura de la comunidad. Por lo tanto el museo se convierte  en una interpretación de la vida, una selección  especifica de la realidad, como nos dice Teresa Morales y Cuauhtémoc Camarena asesores de la Unión de Museos Comunitarios,  “Cuando no colocamos  esta apreciación en primer termino, existe el peligro de ocultar la interpretación y el autor de la interpretación. Podemos preguntar, ¿el museo es historia vivida por quien? ¿De acuerdo a quien?”[2]

Así los museos como instituciones culturales tienen un gran reto que se debate entre la necesidad de crear nuevos iconos culturales  de entretenimiento a través de espectaculares museos o de ofrecer espacios para la cultura que faciliten la aproximación entre creadores y públicos  generando nuevas relaciones de intercambio entre las personas de distintos sectores.

 


[1] Jiménez José, “Museos”, El Mundo, Madrid, 22demayo de2008, p.56. en “El museo como reclamo turístico de la ciudad: Caixaforun Madrid y el matadero”, Hernández Ascensión, Integración y resistencia en la era global, evento teórico de la X Bienal de la Habana, CAC Wifredo Lam y artecubano ediciones, 2009, p. 133.

[2] Resumen de la ponencia “El concepto de museo comunitario: ¿historia viviente o memoria para transformar la historia?” presentada en la mesa redonda “Museos: nuestra historia viviente”, en la Conferencia Nacional de la Asociación Nacional de Artes y Cultura Latinas, Kansas City, Missuri, 6-10 octubre, 2004.

 

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