José Antonio Vega Macotela
El proyecto “el viento sopla donde quiere” buscaba crear una conexión que posibilitara a la cárcel una interacción con la universidad como campo abierto a todas las voces. Tres internos, cada uno, especialista en una forma de supervivencia carcelaria hablaría con tres especialistas universitarios. Un ladrón con un economista, un psicoanalista con un extorsionador y un filosofo con un embaucador. Me interesaba, pues, el uso de un sistema bipartita de interacción que permitiera a la voz carcelaria un eco que la amplificara y le diera forma. Una decantación estructural y consensuada de un conocimiento vía dialogo.
La universidad, no es pues una zona abierta para todas las voces. Cada una de las llamadas de la cárcel hacia el museo universitario encontraban obstáculo en problemas que me parece, hacian notar una postura política por parte de este recinto cárcel museo fueron como espejos burocráticos el uno del otro haciendo que ciertas semejanzas foucaultianas fueran tangibles.
Me interesa pues pensar en la universidad y la cárcel como instituciones semejantes, de manera inmediata, en dos niveles. El primero de ellos como centros como centros de producción y distribución de conocimiento y el segundo como sistemas de poder mediadores de estos conocimientos. Hay pues en ambas instituciones sistemas de enseñanza multidisciplinario impartido por varios especialistas cada uno experto en determinada disciplina. Pero también hay estructuras mediadoras y autoritarias que rigen estas transmisiones y producciones. Estas estructuras presentan situaciones interesantes de estudio pensando en el vínculo educación-castigo como mecanismos semejantes regulados, ambos, por sistemas de vigilancia ¿El sistema educativo en relación simbiótica con la vigilancia permite individuos libres?