Urs Jaeggi.
(Solothurn, Suiza, 1931)
La locura sueña con minerva en su jardín: Satoe nidrai rabura.
Dibujos sobre papel, ganchos y fotografías.
En colaboración con un grupo de sicóticos indigentes del Centro de Asistencia e Integración Social (CAIS) – Cuemanco y pacientes de la Clínica Monte Albán: Miguel Ángel Adames, Marco Fabio Flores, Jorge García, Gustavo Gómez, Rubén Ramírez, Luis Rodíguez, Lino Salazar, Ricardo Sánchez, Honorio Tristán, y Francisco Uribe.
Asistentes: Mónica Ortega y Maj Britt Jensen.
Después de meses de dialogar con un grupo de de psicóticos indigentes que se reúne cada semana con la Dra. Sara Makowski en Radioabierta, UAM Xochimilco, el artista los invitó a colaborar en La locura sueña con minerva en su jardín: Satoe nidrai rabura, debido a que expresaban la necesidad de romper con su exclusión y aislamiento. En esta pieza los colaboradores realizaron dibujos, estructuras con ganchos y grabaron un programa de radio.
Los enfermos mentales son encerrados o mantenidos en la periferia social. El loco vive en el límite y no es raro que hable una “lengua” extraviada, que su creatividad sea diversa. Urs Jaeggi propone que podrían existir relaciones entre el loco y el artista ya que en español, el diccionario Grijalbo dice del término “loco”: ofuscado, temerario, excepcional, sin connotaciones negativas, como en otros idiomas.
Para Jaeggi la creatividad no está reservada a los artistas o a los científicos: es un don humano.
Bitácora.
Día 1
Con un trabajo previo de tres meses, como parte del proyecto de Radio Abierta en la UAM Xochimilco, llegamos al Jardín de Academus con el grupo de psicóticos indigentes del CAIS Cuemanco y pacientes de la clínica Monte Albán.
Los materiales disponibles para los participantes son perchas de alambre para ropa, papel, periódico, y plumones, entre otros. En breve, materiales muy económicos o de desecho. Así, al llegar, uno de los participantes plantea trabajar con las perchas, el papel periódico y los plumones. Otros se van apropiando de los distintos materiales. Ninguno tiene experiencia o conocimientos de artes visuales.
Se anuncia que, además de los materiales, existe un espacio con micrófonos donde cualquiera puede hacer propuestas de manera verbal.
Los grupos empiezan a trabajar intensamente durante varias horas incluyendo a visitantes del museo ajenos al grupo o que conocían el proyecto.
Se ocupan los micrófonos casi todo el tiempo con música que los participantes mismos prepararon; con poesía propia y discursos sobre la locura.
Alrededor del la 1:00 p.m. empieza la trasmisión del programa de Radio Abierta de la UAM. Cada uno de los participantes habla sobre la experiencia en el museo.
Después de un receso para la comida se reinicia el trabajo con los diferentes materiales. Ahora se suma un grupo de fotocopias de imágenes en periódicos, cuyos temas han sido de interés para el grupo.
Sin haberlo planteado anteriormente se intervienen las imágenes y se empieza a formar un escenario en el espacio que propicia la discusión. Los participantes tapizan las paredes con mensajes políticos y personales.
En respuesta a varias preguntas por saber más sobre el espacio donde nos encontrábamos –sólo uno de los participantes había visitado un museo en el pasado—recorrimos algunas salas de museo. Su respuesta e interés fue sorprendente. Al saber que algunas piezas estaban conformadas por elementos que podía tomar el público, se llenaron los bolsillos de dulces, y buscaron los carteles con nube que se regalaban. El interés por tocar algunas piezas era casi irrefrenable.
“Es decir qué ¿mi cinturón es arte?… Ahora ya no los voy a dejar que lo toquen”
“¿Tengo mucho que hacer ahora… todo es arte”, fueron algunas de las frases que se escuchaban al recorrer las salas.
A las 6:00 p.m. se terminó el primer día de trabajo en el museo y los participantes regresaron a la institución.
Día 2
A las 9:00 a.m. del siguiente día; los participantes se mostraron agotados por la jornada anterior pero, al mismo tiempo, dieron muestras de un ánimo inusual, al parecer muy encauzado. Directamente iniciaron el trabajo; se mostraron decididos a terminar lo pendiente y llevar a la práctica aquello que habían tenido oportunidad de reflexionar durante la noche. Ahora, el espacio pareciera pertenecerles en su totalidad.
Se añadió al material, papel periódico y mecate para elaborar rocas-pelotas.
A los visitantes que se acercan les explican sus trabajos (algunos en proceso) y los animan a participar con ellos. Se disipan barreras entre los de adentro y los de afuera.
La música invade toda la sala. La mañana entera está dedicada al trabajo; además atienden a los visitantes sin descanso.
El trabajo realizado encuentra acomodo en las paredes de la sala totalmente vacía. Algunos escriben su propia cédula sobre las paredes. Toman el espacio, no sólo la sala también el resto del museo.
Después de la pausa de la comida insisten en visitar otras salas de museo. Quieren ver cada video de principio a fin; algunos les causan mucha risa, están verdaderamente divertidos.
Terminan de trabajar en su sala, la dejan perfectamente montada y con el interés de regresar otra vez cuando todos los proyectos estén finalizados.
Uno de los participantes solicita los periódicos que no se usaron para leerlos tranquilamente. Los plumones van todos es su bolsillos.
Regresan a su reclusión.