Alejandro Rincón Gutiérrez
(México, D.F., 1979)
Saque su acordeón.
Estructura forrada de tela, aluminio, objetos, textos, Fotografías y gráficas sobre papel.
Colaboradores: Luis Alejo, Ricardo Alvarado, Gizeh Arellano, Eduardo Castillo, Militza Galván, Jaime García, Omar Larios, Iván Melendez, Antonio Monroy, Israel Mora, Juan José Ochoa, Yuvia A. Pérez, Eduardo Rincón, Carmen Rossette, Daniela Torres y Yurian Zerón,
Se realizaron talleres y discusiones con artistas, maestros, promotores comunitarios y alumnos, de secundaria, del centro cultural FARO TLÁHUAC y de la Escuela Nacional de Artes Plásticas (UNAM), para hacer una instalación colectiva que propone al “acordeón”, instrumento que se usa para copiar en los exámenes, como una estrategia de estudio autodidacta. Los “acordeones” hacen referencia a textos como La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica de Walter Benjamin y El Principito de Antoine de Saint-Exupéry. El resultado es un árbol de “acordeones” sobre un gran alfiletero, que es su vez un “acordeón” de patrones de costura.
Bitácora.
Para realizar el proyecto de “Saque su acordeón”, invité a una serie de artistas-talleristas, que a su vez integraron a grupos de alumnos de licenciatura en artes visuales y por otro lado, de talleres libres de una fábrica de artes y oficios (FARO TLÁHUAC). Previamente, se trabajaron ejes visuales y conceptuales con Gizeh Arellano, diseñadora industrial que ha relacionado su trabajo de producción de manera alternativa en el esquema del centro cultural referido anteriormente. Por lo que se retomó un elemento de su proceso, para realizar un “alfiletero” de espuma de poliuretano a gran escala, el cual era en sí mismo un receptor de información textual y gráfica, teniendo la analogía de un árbol de acordeones en un “jardín de conocimiento”.
Bajo el modelo planteado en donde se iba a abordar el tema de las notas de estudio sintetizadas, llamadas en México coloquialmente “acordeones”, Carmen Rossette trabajó con alumnos de Historia del Arte de la Escuela Nacional de Artes Plásticas (UNAM), con el ensayo de Walter Benjamín “La obra de arte en su época de reproductibilidad técnica”. Con este material filosófico, hicieron unos acordeones que presentaban iconografías con diversas estrategias lúdicas, en una lógica de exhibir las maneras en que se usan estos acordeones como apoyo de estudio, incluso de manera ilegal en exámenes de aula. Este mismo ejercicio, sirvió para sumar puntos en la asignatura mencionada para ganar créditos escolares.
Otro de los artistas colaboradores de la obra procesual, Israel Mora, integró la obra de artistas egresados de la Universidad Autónoma del Estado de México, para lo que presentaron piezas que abordaron el tema convocado, con fotografías, cajas de luz, arte objeto y performance.
Durante tres días en sala, se realizaron talleres para construir una instalación colectiva, que fuera mutando pero sin perder el tema planteado inicialmente. De esta manera, además se pidió la colaboración de un colectivo de cultura comunitaria (Arte Nativo Arenal), para trabajar con públicos que fueran usuarios flotantes del museo. Por lo que, desde las visitas escolares que circulaban por la sala, se impartieron talleres para realizar acordeones con información brindada por el mismo museo, a partir de textos y fichas técnicas de obra.
En colectividad, se fue construyendo la colaboración como arquetipo de experiencias estéticas sociales, ya que con el material resultante a lo largo del proceso, y basados en la filosofía de las FAROS: “aprender-haciendo” (tomada de Paulo Freyre). Todos los agentes culturales activos asociados al proyecto, aportaron mano de obra, logística y pedagogía grupal, para compartir experiencias, en este sentido, también artistas-museógrafos como Jaime García, participaron en el criterio de construcción de la pieza. Y al final, después de una participación de video-perforance (Eduardo Castillo), los talleres de acordeones textiles (Gizeh Arellano) y de cerámica (Carmen Rossette) con las alumnas de dicho taller de FARO TLÁHUAC, se integró un modelo de interacción participativa en donde se socializó el conocimiento para el tejido social de diversas comunidades, descentralizando el clásico sentido de la divinidad del autor aislado.