Colectivo Masa Crítica
(Mauricio Colín y Samuel Morales, México, D.F., 2010)
Trabajo y tiempo de espera. Obras que se quedan.
Dibujos sobre papel, maquetas en cartón, fotografías, escritos en bolsas de plástico
Colaboradores: Laura Pérez, Cristina Portillo, Rocío Sánchez Prado, Rosa María Velázquez Pérez, Teresa Guadalupe Villalobos Contreras y José Mauricio Zea González.
La idea del proyecto parte de la intención de hacer visible la subjetividad de los vigilantes de sala más allá de su función de garantes del buen uso de las instalaciones y de salvaguarda de las piezas de arte que se exhiben de forma habitual en los espacios culturales. Con ello se busca que sean parte de contenido del museo y no una pieza más de la estructura (continente). El taller tuvo una duración de dos sesiones de cinco horas cada una. Durante la primera se pidió a los participantes que recordaran una obra que les haya capturado su atención durante el tiempo que llevan trabajando en el museo. Posteriormente se les solicitó bocetar la pieza en papel Bond, lo que recordaran de ella, independientemente de si ésta fuese bidimensional, tridimensional, e incluso, si el recuerdo del vigilante fuese del registro de una acción. Con el boceto definido, se procedió a realizar una variación de la misma sobre papel fabriano, con carboncillos de diferente grosor así como diversos cortes y uniones con cartulina América, a fin llevar a cabo maquetas de las mismas piezas. Posteriormente se realizaron ejercicios de síntesis gráficas, dibujando en un principio solo diez trazos, luego 5 y finalmente 3. Posteriormente se invitó a escritores y al público habitual del museo a escribir una interpretación de estas piezas expuestas en la sala, a través de un sincróstico y de narraciones cortas.
Bitácora.
La idea del proyecto parte de la intención de hacer visible la subjetividad de los vigilantes de sala más allá de su función de garantes del bueno uso de las instalaciones y de salvaguarda de las piezas de arte que se exhiben de forma habitual en los espacios culturales. Con ello se busco que fueran parte del contenido del museo y no una pieza más de la estructura (continente). El taller con los vigilantes tuvo una duración de dos sesiones de cinco horas cada una. Durante la primera se pidió a los participantes que recordaran una obra que les haya interesado por alguna razón durante el tiempo que llevan trabajando en el museo. La intención fue que primero hablaran de ella, saber si recordaban el nombre del artista, el título y por qué razón se interesaron. Posterioridad se les pidió que bocetaran la pieza en papel bond y con posterioridad que la dibujaran con grafito sobre papel fabriano. Concluida esta etapa se hicieron síntesis del mismo dibujo en diez, cinco y tres trazos, primero con lápiz sobre bond y después con los materiales de dibujo.
Durante la segunda sesión partiendo de los dibujos acabados se pensó en traducirla a tres dimensiones. Primero, se procedió a elaborar maquetas acabadas y después se realizaron modelos sintéticos en diez, cinco y tres planos.
Concluidos los trabajos, los domingos 18 y 25 de abril se integraron a escritores amateur de la Ciudad de México a realizar aproximaciones poéticas y narrativas a partir de los trabajos. En ambas fechas el público del Museo se integró a realizar sincrósticos (primer día) y narraciones cortas (el segundo)
carbonzillo sobre papel, para los dibujos,
carton y diurex y pluma sobre papel.