Julio Ruslán Torres.
(Holguín, Cuba, 1976)
L. CONDUCT-A-RT Ejercicio de vínculo No. 04 Transferencia emocional.
Video, alfombra roja y vinil.
Julio Ruslán Torres coordinó un ejercicio para analizar los niveles de transferencia emocional a través de la manipulación del cuerpo del otro. A partir de una convocatoria pública y de la participación de un grupo de estudiantes de teatro se generó una situación de vinculación corporal. La acción se realizó durante dos días de la siguiente manera: En un círculo, alrededor de una alfombra roja, se iban sentando los participantes; el artista le pidió al primero que realizara diferentes acciones durante cinco minutos manipulando el cuerpo del segundo. Después el segundo participante dejó la posición pasiva para asumir un papel activo sobre el tercero, y así sucesivamente en el orden en que el público se integró al ejercicio.
Bitácora.
Esta acción fue realizada por tercera vez en El Jardín de Academus. Laboratorios de Arte y Educación. Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), UNAM, Ciudad de México / mayo 2010
La sala 8 del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) fue asumida como un laboratorio de interacciones humanas. Sus condiciones físicas permitían que se pudiera establecer esta relación. Paredes blancas, cámaras de vigilancia evidenciaban un espacio totalmente despersonalizado. La acción fue realizada en una especie de subsala, (creada para la acción), que permitió un mayor control de la situación. Sillas alrededor de una alfombra roja y una cámara de vídeo que se conectaba a una pantalla en la entrada de la sala fue todo el material utilizado.
Teniendo en cuenta que la acción se realizaría durante dos días (tiempo acordado por los organizadores de El Jardín de Academus. Laboratorios de Arte y Educación) se definió en un principio trabajar con dos grupos específicos por su relación con la utilización y manipulación del cuerpo. El primer grupo estaría integrado por estudiantes de teatro por su dominio y concepción corporal, más cercana a la creación de metáforas e imágenes desde su propio cuerpo y el segundo grupo lo integraría las policías, cualquiera que fuese su denominación. La relación del cuerpo de este segundo grupo está más cercana, desde mi modo de ver, a una manipulación directa, física del cuerpo del otro, estableciendo relaciones de poder. Las interacciones serían por tanto diferentes en tanto incorporaciones diferentes de sentido. Este orden en la organización fue inoperante (en el caso del segundo grupo) por la imposibilidad de incorporar a la policía en un espacio que demanda sus propias leyes desde la autonomía académica. Mi inexperiencia de un contexto nuevo y el poco tiempo con el que contaba para realizar el trabajo de campo convirtieron esta idea en un acto fallido.
La solución para el segundo día fue entonces, pensar en la convocatoria de participación de manera abierta, para los que estuvieran interesados (participación espontánea) dentro del propio público asistente al museo. Esto establecería una diferencia con las ediciones anteriores del ejercicio (realizado para grupos específicos en el orden académico) donde la situación estaba condicionada por relaciones afectivas más estrechas. Este sentido abierto en la convocatoria me permitiría evaluar el nivel de necesidad e interés de establecer un vínculo interpersonal desde la manipulación del cuerpo del otro así como desde el interés o incluso desde la curiosidad de dejarse manipular, siempre entre desconocidos. Fue importante el nivel de implicación de los estudiantes de Medios Múltiples 3-4 que colaboraron en la distribución de la convocatoria e incluso en el convencimiento de muchos que aunque atraídos por la idea del ejercicio no se sentían totalmente seguros de querer participar.
Otra diferencia significativa con las versiones anteriores fue pensar el ejercicio de manera compartida, es decir, todos estarían presentes mientras observaban las acciones que se realizarían entre los dos implicados.
“Observar qué podría suceder con mi cuerpo cuando estuviera allí me ponía algo nerviosa. De todas formas, fue bueno porque me daba algunas ideas para cuando me tocara ser yo la que utilizara el cuerpo del otro” (comentó posteriormente una participante).
Fue interesante comprobar la influencia que ejercían los criterios de los demás (desde las propias acciones) para las soluciones que cada cual le daría al ejercicio desde el rol de participante activo. Aún cuando la idea inicial de ejercicio era evaluar los niveles de transferencia emocional que los participantes exponían sobre el cuerpo del otro (a partir de las acciones que sobre su cuerpo eran realizadas) el acto compartido de la observación denotó otro nivel de influencia.
En esta edición tampoco se utilizó el pañuelo oscuro que cubriría los ojos del que estaba en la situación pasiva. Esto no fue una solución premeditada de antemano pero evidenció una vez más la mirada como una manera de interacción (En relación a la interacción visual ya habíamos experimentado en el Ejercicio de vínculo No. 02 Mírame). La mirada del participante pasivo establecía un nuevo orden en la interacción. Condicionaba en algunos casos la acción que sobre su cuerpo sería realizada. Imponía un límite en tales acciones.
En la mayoría de los casos, el ser manipulado, el dejarse conducir, el tener ese corto espacio de tiempo para “no pensar en lo que tengo que hacer” resultó ser más fácil para los participantes aún cuando no sabían que acciones se realizarían sobre su cuerpo. Muchos comentaron posteriormente (en los debates al final de cada sesión) que preferían la actitud pasiva frente a la responsabilidad de tener que manipular al otro. Cuando se tenía esta responsabilidad (como participante activo) comenzaban las dudas, las inseguridades, el “no sé qué hacer”. En muchos casos se limitaban a repetir patrones de las interacciones anteriores.
Después de realizar este ejercicio por tercera vez continúan las mismas preguntas ¿Existe alguna relación entre lo que nos hacen, en el orden de las interacciones y lo que posteriormente le hacemos a los demás? ¿Existe un orden de transferencias emocionales? ¿Realmente preferimos ser manipulados, conducidos antes que asumir la responsabilidad de conducir el comportamiento de los otros? ¿Dónde está la libertad, en poder hacer o en aceptar que nos hagan? No tengo respuestas, solo me queda seguir proponiendo preguntas. El arte es mi necesidad de preguntar.