Rosângela Rennó
Más valía.
Objetos restaurados e intervenidos, recolectados en diversos mercados y tianguis.
Asistentes: Alexis Azevedo, Fernando Caridi y Andrés Jurado.
Subastador: Darío T. Pie
Rosangênla Rennó recorrió diversos mercados y tianguis (Martín Carrera, Portales, Santa Cruz, La Lagunilla, San Felipe, Santa Martha) para conocer el tipo de material que ofrecen estos lugares, comprender las razones que llevan a los individuos a abandonar sus imágenes y objetos personales, y cuestionar su valor simbólico y monetario. En este proceso, dialogó con los vendedores quienes argumentaron el valor de las mercancías a partir de sus historias subjetivas. La artista recuperó 62 piezas que restauró e intervino para subastarlas en esta sala. Negociación en la que se valoró la denominación de origen de los objetos y la explicación de su valor monetario establecido. Los objetos subastados se exponen con los precios correspondientes al precio inicial y el pagado al final de la subasta, así como su denominación de origen.
Bitácora.
El proyecto consistió en una subasta de un conjunto de 62 objetos, adquiridos por la artista en seis tianguis de México, DF.
Los objetos adquiridos fueron limpiados, transformados, identificados (de acuerdo con su denominación de origen) y expuestos dentro de Jardín de Academus, para ser puestos a su venta dentro de una subasta. Durante cerca de una hora y media, un subastador realizó la venta de los 62 objetos, en el propio local de la exposición, estableciendo un vínculo entre el valor monetario de los objetos y el valor artístico atribuido a los mismos, antes, durante y después de la de la subasta dentro del MUAC.
El “valor artístico” de cada objeto fue designado durante un proceso de agregaciones sucesivas de “valor”, desde el momento de la adquisición, el tianguis, hasta su destino final, la casa del coleccionista que lanzó la oferta final para comprarlo en la subasta. Estas agregaciones de valor son, en realidad, factores de legitimación de los propios objetos en cuanto “objetos de arte”.
La acción pretendía ser una reflexión bien humorada sobre la agregación del valor artístico de los objetos obsoletos, abandonados o destinados a la basura que, por azares del destino, fueron recolocados en circulación, del tianguis al museo de arte.